NUESTRA MISIÓN
Ser Buena Noticia con alegría y sencillezMISIÓN
La Misión es un elemento constitutivo de nuestra Vida Religiosa. En ella lo más específico no son nuestras tareas o funciones, aunque se traten de tareas o funciones apostólicas, sino nuestro ser carismático. Después de 400 años, en los que nuestra Congregación hunde sus raíces en la experiencia carismática vivida por nuestros Fundadores, que se vieron impulsados a responder a las necesidades de su tiempo, nosotras seguimos poniendo al servicio del mundo y de la Iglesia nuestra vida en las obras de apostolado que son la respuesta al Carisma recibido: «La formación cristiana de la niñez y la juventud, a través del apostolado de la educación, la promoción de obras sociales para la liberación integral de la persona y el trabajo misionero» (Constituciones nº 13) .
La concreción de nuestro Carisma en estas obras apostólicas, toman un rostro definido, que con el tiempo se ha ido renovando y enriqueciendo con los aportes de cada época y asumiendo nuevos retos; pero a la vez, seguimos manteniendo y avivando los rasgos que nos caracterizan como Hijas del Patrocinio de María y que son las notas propias de nuestro apostolado: «liberación integral de la mujer, preferencia por los pobres, sencillez, fraternal acogida, buen ejemplo, alegría, comprensión maternal de las miserias humanas, unión con maría, Madre de la Iglesia» (CC nº 68).
Hoy más que nunca es necesario apoyar los procesos de inclusión, organización y de liberación…¿y qué mejor plataforma que la educación para que esto sea posible en el lugar dónde nos encontramos?, y junto con esto seguir alimentando nuestra esperanza y nuestra fe en las personas con las que convivimos y entre las «que hemos echado nuestra suerte» para impulsarlos e impulsarnos a iniciar y desarrollar procesos de solidaridad que desencadenen organizaciones populares de mayor alcance, que le hagan frente al individualismo y a la promoción personal que impone la posmodernidad en detrimento de los valores del compartir y la solidaridad.
Los campos prioritarios hacia los que se dirigen nuestros compromisos apostólicos, como respuesta de nuestro carisma en el S.XXI son:
Todos los ámbitos que abarca la acción educativa: formación humana y cristiana de la niñez y juventud, pastoral juvenil vocacional, atención a las familias, apertura especial a los laicos, en su formación e incorporación a la misión para la transmisión del carisma.
Respuesta a los grandes desafíos del mundo actual, promoviendo la inculturación de las comunidades y el compromiso con los pobres y excluidos. Enviadas al mundo de hoy, nuestro principal testimonio es «Configurarnos con Cristo Paciente» (CC. Cap.VII) en el mundo de hoy, desde el «principio de Esperanza», contra toda desesperanza y situación de muerte.
TRABAJO MISIONERO
El espíritu misionero es una nota de todas nuestras comunidades y apostolados, como signo y realidad de nuestra cooperación con las obras de toda la Iglesia para extender el Reino de Cristo (cfr.CC.73). Las hermanas que somos enviadas a países de misión acogemos los valores positivos y la riqueza humana que se encuentran en los mismos.
En estos países la comunidad y el colegio están abiertos a cuantos proyectos de promoción, solidaridad y compromiso surgen como respuesta a las carencias sociales, integrándose para ello en grupos de barrio, parroquia, etc.
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El objetivo prioritario de estas comunidades es la inserción en los medios populares, viviendo con y como la gente del pueblo, participando de sus mismas inquietudes e intereses e intentando superar con ellos las dificultades que les impiden acceder a una vida digna y con derechos. Nuestro trabajo principal en estos países es la educación y promoción en los medios populares.
Trabajamos con el movimiento de educación popular integral FE Y ALEGRÍA que nace convocando las voluntades de todos aquellos que sienten dentro el clamor de nuestro pueblo y la voz de nuestro Dios: Todo hombre es tu hermano. Los medios de promoción y evangelización a través de los cuales hacemos presente el Reino de Dios en Venezuela y Colombia son: la educación cristiana, trabajo en parroquias, atención a barrios marginados, trabajo con campesinos, diversos proyectos sociales…
Nuestra presencia con los pobres quiere ser un reflejo de la misericordia de Dios y consuelo hacia el pueblo que sufre. La gloria de Dios «es que el hombre viva», decía san Ireneo, marcando un principio en la Iglesia, y a la luz de los signos de los tiempos, en un pueblo oprimido, Mons. Romero lo tradujo en: «la gloria de Dios es que el pobre viva»,esa es su gloria; su desvelo desde la creación del mundo y por ello su identidad es la misericordia que lo lleva a abajarse hasta la miseria, las lágrimas y el dolor de su pueblo y optar por su liberación. La plenitud se dará en Jesús, cuya misión de vivir y hacer la misericordia, seguirá en la Iglesia como misión fundamental.
Nosotras somos parte de ella y vivimos «para la gloria de Dios en la Iglesia» (cfr.CC.nº2) insertas en este tejido de la misericordia que va «de generación en generación».
Nuestro trabajo misionero quiere reflejar el rostro materno de Dios desde esa «comprensión maternal de las miserias humanas», miserias causadas en muchas ocasiones por la desigualdad y el olvido de los derechos humanos
URGENCIAS EN LA MISIÓN
En nuestra Misión nos sentimos urgidas a:
- Comunicar al Dios de Jesús, porque nos da la Vida que este mundo globalizado nos devora.
- Vivir según el corazón de Dios para que reine el amor que nos hará verdaderamente humanas y solidarias para saber estar, acompañar y animar la Vida ahí donde la muerte acecha.
- Testimoniar que Jesús es nuestro Señor viviendo según su programa de vida siendo signo de comunidad, de acogida, de compasión, de servicio y de compromiso por la defensa y cuidado de los pobres y excluidos, renovando nuestra opción por ellos y trabajando por una nueva historia. De lo contrario también se nos preguntará : ¿Por qué me llamáis , Señor, Señor y no hacéis lo que os digo? (Lc 6, 46)
- Redimensionar el profetismo para alzar nuestra voz, no sólo contra un orden que excluye a los pobres sino también a su Dios, y sabemos que su Dios es el Dios de Jesús, que nos llama en los rostros desfigurados por el hambre, en los rostros desilusionados por promesas políticas, en los rostros humillados de los que carecen de cultura, en los rostros aterrorizados por la violencia diaria, en los rostros angustiados de menores explotados, en los rostros de mujeres ofendidas y humilladas…
- Nos toca ser testimonio como Vida Religiosa de la fe en el Dios de Jesús, una fe que va más allá de la manipulación de las sectas o de una religiosidad que se quiere presentar como asunto privado o invita a gastarse la vida solo en los propios intereses.
Nuestra presencia se encuentra en varios países: España, Venezuela y Colombia, en estos lugares es donde el Espíritu nos ha impulsado y ha hecho que pongamos nuestra tienda, una tienda que a veces se ve balanceada por las incertidumbres y las dudas, por los miedos y las perplejidades pero que experimenta en medio de su debilidad las palabras con las que hace 400 años Nuestra Señora de la Piedad confortaba a nuestro Fundador: «Dile a Cosme que persevere que ahora comienzo Yo», y Ella es la que día a día vas posibilitando nuestra misión en este siglo XXI que se abre preñado de dolores y sufrimientos pero también de alegrías y esperanzas. Y no podemos menos que darle gracias al Señor por nuestra presencia en estos tiempos, en estas circunstancias y entre los pobres y excluidos destinatarios privilegiados de nuestra misión, pues sólo así nos abriremos a una auténtica experiencia de fe que nos capacite para recrearnos y acoger el «por-venir» del Reino de Dios aquí y ahora.
Hoy nuestra misión nos llama a la creatividad par saber afrontar los nuevos desafíos, sabiendo conjugar la novedad de la actual realidad con los valores irrenunciables de nuestra fe en Jesucristo y de la paz fruto de la justicia. «Guiadas por el Espíritu como inspirador decisivo de programas, iniciativas y actividades evangelizadoras. Con la seguridad de que sólo Dios es quien da el incremento, sembramos con alegría, porque hemos aceptado consagrar la vida a la tarea de anunciar el Reino de Dios» ( cfr.CC nº 73), teniendo como modelo, estrella y norte a María bajo cuya protección nos reconocemos y sabemos.

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