IDENTIDAD HPM

Nuestra Vida definida por un modo de ser y estar

ESPIRITUALIDAD ·························

En el Decreto de Aprobación definitiva de nuestras Constituciones por la autoridad eclesial, encontramos una síntesis de los rasgos carismáticos que definen nuestra espiritualidad: «Viviendo su Consagración a Dios y específica misión apostólica en la Iglesia bajo el maternal Patrocinio de la Virgen María, las Hermanas manifiestan sus rasgos propios de sencillez, fraternal acogida, humildad, pobreza, desprendimiento y un intenso amor al Santísimo Sacramento». Estos rasgos de nuestra espiritualidad hunden sus raíces en la vida y el llamado evangélico que sintieron nuestros Fundadores y siguieron para hacer visible a ese Jesús contemplado en la oración y expresado a través de la misión apostólica a la que se sintieron urgidos. Nuestra espiritualidad tiene su fundamento evangélico en la contemplación de Jesús como Maestro, Redentor y Siervo; son estas las facetas históricas que atraen especialmente a los PP. Cosme y Luis, y que responden al llamado apostólico que ambos experimentan como respuesta a las necesidades concretas de su tiempo.

Porque la espiritualidad abarca el ser y el hacer de la persona, aúna la contemplación con la acción; es el estilo concreto de vivir el Evangelio resaltando aquellos rasgos que el Espíritu muestra desde el origen de la Congregación y que se van transmitiendo en todos aquellos que a lo largo del tiempo comparten un determinado estilo de vida y conforman una familia religiosa. En nuestro escudo aparecen tres palabras claves que expresan el modo de ser de nuestra familia religiosa: Oración, Sencillez y Buen Ejemplo.

La Oración para nosotras es ese trato intimo con el Señor que nos impulsa a tener continuamente una mirada misericordiosa al dolor del mundo, para saber ponernos en la misma perspectiva de Dios Padre preocupado por sus hijos y por lo que hace que su Viña, su Pueblo y su Hacienda den frutos de humanidad. Es la vivencia práctica de que este mundo está en nuestras manos y que somos responsables de él; es también experimentar con una mirada agradecida la confianza que Dios tiene en nosotras y que nos hace partícipes de su obra, mostrando su amor misericordioso a través de nuestras vidas, de nuestras manos alzadas como signo de intercesión y alabanza. Sólo el contacto diario y permanente con el Señor dará sabor a nuestra condición de consagradas. En nuestra oración tenemos como modelo de vida a María, Ella nos enseña a ser mujeres de silencio y de palabra oportunos; de saber meditar en nuestro corazón y cantar con nuestros labios; de callar ante el Misterio y exultar de gozo ante las maravillas del Señor.

Sencillez, que nos lleva a vivir desde la libertad de las hijas de Dios y desde la transparencia y la verdad de lo que somos y sentimos, la verdadera sencillez sólo puede originarse interiormente, y de ahí proviene la expresión externa. Lo que uno es en su interior fluye al exterior, y así la sencillez nos lleva a vivir desde la profundidad y a buscar lo esencial de las cosas prescindiendo de todo aquello que es superfluo y que nos crea falsas necesidades y acumulación de seguridades. La sencillez nos lleva a crear también sentimientos de empatía y altruismo buscando el bien de los demás, despertando sentimientos de comprensión y relaciones mutuas, sin buscar el dominio o el reconocimiento personal. Vivir desde la sencillez implica vivir desde la Hermandad, pronunciar las dos palabras que recorren el Evangelio: Hija, que vive con confianza y serenidad, segura en los brazos del Padre, y Hermana, de todos los hombres y mujeres a los que reconoce y ama desde el corazón de Dios.

Buen Ejemplo enraizado en el ser y hacer de nuestra Vida Consagrada, nos hace proclamar más con nuestra vida que con nuestra palabra que Dios es el fundamento de nuestra existencia. Como nos recuerda el Documento Vita Consecrata: «la mirada fija en el rostro del Señor no atenúa en el apóstol el compromiso por el hombre; más bien lo potencia, capacitándole para incidir mejor en la historia y liberarla de todo lo que la desfigura». Nuestro testimonio tiene como núcleo el hacer presente en nuestros días el modo existencial de Jesús, su vida es nuestro referente. El signo profético de nuestra vida tiene un objetivo claro: ser cada día más auténticamente Jesús para los hombres y mujeres de nuestro mundo; “pasar haciendo el bien» (Hch1.) A la vez, somos conscientes y experimentamos las palabras de Jesús: «Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí» (Jn 15,4). Esta espiritualidad es la que da sentido e impregna nuestra Misión, sabiendo que sólo en el Señor podemos seguir adelante con el trabajo apostólico encomendado.

Jesús a través de su Espíritu, es quien nos sostiene, nos capacita y hace posible que seamos fieles a los rasgos carismáticos que nuestra Congregación está haciendo presente en la Iglesia a lo largo de 400 años de historia, no se trata de esfuerzo humano o de cualidades personales, es cuestión de Gracia. Y todo ello vivido bajo la mirada amorosa de nuestra Madre, Estrella y Norte, Amparo y Guía «protección segura y misericordia desbordante». Nuestra espiritualidad mariana recorre y fortalece nuestro estilo de vida en el seguimiento de Cristo, ya que ésta no es sólo una devoción piadosa sino que nos lleva a vivir desde sus actitudes, así nos lo recuerda la H. Marina: «Para el cumplimiento de la devoción a Ntra. madre y Señora, es bien mirar y remirar las virtudes de esta Soberana Emperatriz y procurar imitarla, porque será cosa lastimosa seamos sólo en el nombre sus hijas y pues que todas las virtudes se hallan en esta Señora superior a la de todos los santos y justos (descontando las de su Hijo santísimo) razón es que le pidamos nos alcance su imitación en todas ellas y especialmente en estas cuatro: Pureza angélica, Amor seráfico, rendida Obediencia y profunda Humildad», todo un programa de vida y un camino espiritual que nos tiene que identificar como Hijas del Patrocinio de María.

CARISMA

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El Carisma se define como “un don del Espíritu a su iglesia para responder a los signos y retos de su tiempo, profundizando en una faceta concreta de la existencia histórica de Cristo, con perseverancia en la historia, compartido y continuado por personas que experimentan la misma llamada en su seguimiento de Cristo”.

Estas características las vemos concretadas en nuestro Carisma Congregacional. Nuestros Fundadores los PP Cosme Muñoz Pérez y Luis Pérez Ponce, fueron conscientes de que el gran reto de la época en las que les tocó vivir  (siglos XVII-XVIII) era la situación de marginación social y cultural en la que vivían las mujeres de su tiempo, de ahí la necesidad de fundar colegios que tuvieron como denominador común ser instituciones educativas dedicadas a la enseñanza de las niñas y mujeres y a su formación cristiana, para hacerlas miembros activos de la sociedad, que pudieran vivir en libertad sin la dependencia cultural y económica de los hombres. Esta visión de futuro fue compartida por ambos fundadores a pesar de su distancia en el espacio y en el tiempo.

Las facetas de la vida de Jesús que ambos fundadores vivieron de forma radical y por las que se sintieron atraídos fueron las de Jesús como Maestro, Siervo y Redentor. De ahí que su misión apostólica se centrara en la educación cristiana con un servicio desinteresado y gratuito, atentos a las personas más desfavorecidas de su tiempo a las que se acercaron con entrañas de misericordia para darles la libertad y abrirles horizontes de vida y plenitud.

Este don carismático recibido por ellos se ha ido prolongando a lo largo del tiempo y convertido en un don eclesial para la Iglesia, del que participamos no sólo las religiosas que hemos ido viviéndolo y sosteniéndolo, sino numerosas personas que formamos la familia carismática de las Hijas del Patrocinio de María y seguimos ofreciendo este Carisma a los hombres y mujeres de nuestro tiempo

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SÍMBOLOS

NUESTRO ESCUDO

De manera actualizada, nuestro escudo continúa siendo nuestra humilde presentación de carisma y comunidad. Fijándonos detalladamente en cada uno de los elementos que lo componen, podemos leer nuestra unión de familias-escuelas, como si la M y la A fuesen brazos abiertos, extendidos, unidos entre sí. Este anagrama de MARÍA, en torno al cual ha girado nuestro escudo a lo largo de la historia, queda coronado y arropado por nuestro carisma: Oración, Sencillez,  Buen ejemplo. Notas características de las Hijas del Patrocinio de María a lo largo de su presencia en la Iglesia.

 

NUESTRO LOGO

Este símbolo nace del deseo de hacer más cercano y sencillo nuestro nombre. En él se unen tres letras y dos elementos.

H: Hijas                                   P: Patrocinio.                                   M: María.

La siglas H y P, están unidas por una especie de aspa de color azul oscuro con la que hemos querido representar la fuerza del Espíritu dentro de nuestra Congregación a lo largo de más de cuatro siglos y, a su vez, la sigla M, de María, está coronada, así como la vemos en nuestro escudo. Con ello queremos simbolizar las tres virtudes más destacadas de nuestra Madre y que nosotros queremos aprender a hacerlas vida en el día a día: ORACIÓNSENCILLEZ y BUEN EJEMPLO.

Ser hpm define a las hermanas de nuestros colegios, al personal, a los alumnos, a los padres. Ser hpm es nuestro sello de identidad. Y ahora, este logo HPM nos representa a todos.

NUESTRO LEMA:

¡ALEGRÍA DE CRECER JUNTOS!

Nuestro lema “Alegría de crecer juntos” es la respuesta que damos cuando nos  preguntan qué sentimos. Es la respuesta de las religiosas, del profesorado, del alumnado, de las familias y de los voluntarios.  Alegría por el camino, por lo compartido y lo aprendido. Por la vida que avanza hombro a hombro. Alegría en la labor, en la acción, en la canción, en el corazón.

Y es esta forma de vida la que nos permite seguir creciendo juntos.

Que estos símbolos de identidad, sean vehículo de unión, de sentimiento y de FAMILIA.

FECHAS IMPORTANTES

Los que nos sentimos Familia HPM celebramos nuestras fiestas más significativas. Es éste un medio que contribuye a crecer y expresar la unión entre todos. Sentirnos familia es fundamental para que el Carisma crezca y permanezca.

Nacimiento Padre Cosme Muñoz Pérez: 19 de abril (es bautizado)

Se desconoce el día de su nacimiento, sus primeros datos se remontan al día de su bautismo, el cual lo realizó en la parroquia de su pueblo natal, Villar del Río de la provincia de Soria, en la Parroquia de Nuestra Señora del Vado.

Nacimiento Padre Luis Pérez Ponce: 30 de noviembre.

En el pueblo de Villafranca de Córdoba, vio por primera vez la luz nuestro Fundador, siendo bautizado en la parroquia de Santa Marina de las Aguas Santas de su pueblo natal.

Fiesta de la Virgen del Patrocinio: segundo sábado de noviembre.

El segundo sábado del mes de noviembre celebramos el día de nuestra Madre, bajo la advocación del Patrocinio. Advocación que unifica la dimensión mariana de ambos fundadores, al experimentar de Ella, protección, amparo y acogida.

Celebración de San José y Fundación de la Congregación: 19 de marzo.

El día 19 de marzo de 1919 nació nuestra Congregación con raíces fuertes, los PP. Cosme y Luís, y ramas florecidas en comunidades que habían permanecido fieles a la misión apostólica confiada, a lo largo de varios siglos: la educación de jóvenes y niñas.

Esta Unión fue fruto de la autoridad eclesial, concretada en D. Ramón Guillamet, Obispo de Córdoba y la autoridad carismática, gracias a la figura de M. Amalia Cea, primera Superiora General. 

Aniversario de la muerte del P. Cosme Muñoz Pérez: 3 de diciembre.

 

El día 3 de diciembre en la Ciudad de Córdoba, muere a los 63 años el P. Cosme Muñoz. Su capilla ardiente fue instalada en la Catedral de Córdoba, a la que acudieron una cantidad innumerable de personas, quienes aclamaban su fama de santidad.

Aniversario de la muerte del P. Luis Pérez Ponce: 18 de abril

 

Tras cuidar durante varios días a un soldado que pasaba por el pueblo de Villafranca, enfermo del tabardillo, el P. Luis se contagia y muere una hermosa mañana primaveral, entregando su vida por los hermanos.

Decretum Laudis: 22 de abril

El Papa Pío XII, da a la Congregación el Decreto de Alabanza por el que ésta pasa a ser de Derecho Pontificio y es declarada como camino de evangelio para la Iglesia, abriéndose sus fronteras a todo el mundo.

Día de oración por las vocaciones de la Congregación: Fiesta de la Encarnación: 25 de marzo

En este día donde se celebra que el Hijo de Dios se encarna en las entrañas de María y que Ella acepta ser la Madre de Dios, la Congregación lo dedica a orar especialmente por las vocaciones y las hermanas renuevan sus votos como expresión de fidelidad a la vocación recibida.

Aprobación definitiva de las Constituciones: 2 de febrero

En 1984 son aprobadas definitivamente las Constituciones que regirán la vida y misión de la Congregación. Esta aprobación fue dada en Roma por el Papa Juan Pablo II y en ella se ratifica el Carisma de la Congregación y el estilo de vida evangélica que vivirán las religiosas.