Una niña le preguntó a su abuela: ¿Por qué Jesús nació en un pesebre y no en un palacio?

La abuela sonrió y respondió: Porque los palacios ya estaban llenos de orgullo y poder. El pesebre estaba vacío, listo para recibir amor¿Y dónde nace ahora? —preguntó la niña.

En los corazones que están dispuestos a recibirlo, mi amor. Por eso dicen: «Haz de tu corazón un pesebre de amor para Él». La niña se quedó pensando y luego dijo: Abuela, si todos hiciéramos eso, ¿ya no habría guerras?

La abuela la abrazó fuerte: Exactamente, mi niña. Si cada corazón fuera un pesebre donde nazca el amor, no quedaría espacio para el odio.

Esa noche, la niña cerró sus ojos y oró: «Señor Jesús, que mi corazón sea tu pesebre. Y que desde ahí, tu paz se extienda por todo el mundo.» Porque cuando nace el amor en nuestros corazones, las guerras no tienen razón de existir. ¡Feliz Navidad !

J.T.