1. Haz silencio por dentro

La Navidad se pierde cuando vamos corriendo. Dedica cada día dos minutos para respirar, cerrar los ojos y decir:
“Señor, aquí estoy. Hazme espacio para ti.”

2. Perdona algo pendiente

El rencor ocupa el lugar que debería tener la paz. Decide un paso concreto: mandar un mensaje, dejar ir una recuerdo que te hace daño, soltar una espina.
El perdón abre el pesebre del corazón.

3. Pequeños actos de amor

No esperes grandes gestos. Haz lo que haría Jesús:

  • Sonríe a alguien que lo necesita.

  • Escucha de verdad a una persona.

  • Da gracias por algo pequeño.
    Cada acto es un poco de paja limpia en el pesebre para que Él pueda recostarse.

4. Cuida tu esperanza

Cuando cuidas la esperanza, preparas luz. Di cada mañana:
“Señor, que hoy vea tu presencia en lo cotidiano.”
Con esa frase, el corazón se mantiene atento a los milagros discre­tos.

5. Regálale tu mejor versión

Piensa: ¿Qué le gustaría al Niño Dios encontrar en mi vida?
Quizá más paciencia, más serenidad, más confianza. Elige una virtud para trabajar estas semanas.

6. Haz un gesto concreto de servicio

Busca a alguien a quien puedas ayudar sin que te lo pida.
El amor puesto en acción es la cuna donde Jesús siempre quiere nacer. 

Ese alguien puede estar en la comunidad, en el colegio, puede ser un vecino… Abre los ojos, puede estar cerca.