Poco a poco, todos los profesores convocados íbamos llegando al encuentro. A lo lejos, se veían las luces del pueblo granadino de Cájar, cubiertas por el manto de la noche del viernes. Esa noche, al acostarme, no pude evitar dejarme invadir por una multitud de preguntas… Sin lugar a dudas, ese sábado por la mañana, todos nos dejamos envolver por una profunda curiosidad, ansiosos por descubrir lo que el fin de semana nos tenía preparado. Sobre todo, aquellos que, como yo, llevamos pocos años siendo parte de la comunidad educativa HPM.
La Hermana Petra comenzó el encuentro con una oración profunda y con la presentación de nuestra ponente, la profesora María Teresa Gacto.
Desde el primer instante, Mayte, con su mirada, gestos y palabras llenas de energía, nos envolvió por completo. Nos contó la inspiradora historia de nuestro fundador, el Padre Cosme, un hombre que con valentía y entrega luchó con todas sus fuerzas por las niñas huérfanas y mujeres de la ciudad de Córdoba. Sin rendirse ante las dificultades, fundó en 1607 el colegio de la Piedad. Lo que más me emocionó fue saber que esta obra tan noble ya tiene cuatro siglos de historia. Cuatro siglos en los que el mundo ha ido cambiando de manera vertiginosa, pero el legado del Padre Cosme sigue intacto, firme como el primer día. Tal como nos explicó Mayte, su ideario se ha ido adaptando a los tiempos sin perder su esencia, siempre con la misma base sólida forjada con el esfuerzo y el compromiso de todas las personas que han sido y siguen siendo parte de las Hijas del Patrocinio de María.
Con cada palabra de Mayte, fuimos descubriendo más sobre nuestra identidad educativa. Ella nos transmitió su pasión por el legado del Padre Luís Pérez Ponce, destacando su carácter innovador y su enfoque proactivo en la educación sin dejar atrás el amor y cariño por el prójimo en todo momento. Una frase quedó grabada en mi corazón: «Permítanles que jueguen… el juego es la forma natural que tiene el cerebro de aprender». Fue un recordatorio de lo importante que es dar espacio para que nuestros niños y niñas se desarrollen con libertad tal y como hacía el padre Cosme con las mujeres y niñas a las que ayudaba.
La formación fue muy dinámica y amena. Mayte nos preparó momentos para reflexionar y aprender, pero sobre todo, nos brindó la oportunidad de conocernos mejor y de compartir la inmensa alegría de pertenecer a esta familia de profesores HPM.
A lo largo de la jornada, todos los profesores tuvimos la suerte de disfrutar de los alimentos ofrecidos por las Hermanas, quienes, con esmero y cariño, nos atendieron con mucha dedicación.
El domingo participamos en la Eucaristía y, a continuación, compartimos un desayuno todos juntos.
«¡Compañeros!», inició Mayte nuestro segundo día de formación y nos describió el perfil del profesorado HPM. No solo destacó la necesidad de ser proactivos, constantes, empáticos, humildes, optimistas e integradores en nuestra labor con los niños y las familias, sino que subrayó que somos un verdadero equipo. Todos, profesores HPM de todos los centros, caminamos juntos por el mismo sendero. Resaltó también, la importancia de cuidarnos los unos a los otros, cuidarnos y acompañarnos entre todos. Me vinieron a la mente esos compañeros que, sin pedir nada a cambio, se interesan por nosotros, nos abrazan cada mañana, nos escuchan con paciencia y nos ofrecen su ayuda y apoyo sin dudarlo.
De vuelta a casa me invadió el corazón un sentimiento de pertenencia, realmente pertenecemos a algo grande: a nuestro colegio, a nuestra Congregación de las Hijas del Patrocinio de María, al legado del Padre Cosme y el Padre Luis.




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