Queridas hermanas: Esta pregunta nos hace superar la tentación de mirar hacia atrás, a lo que pasó ayer, a lo antiguo…y nos impulsa hacia adelante, hacia el futuro. Así  podremos celebrar una vez más la Pascua de Jesús, que nos habla de Vida, de Resurrección, de Alegría y de Compromiso, porque Él va delante de nosotras a Galilea y allí lo veremos.

Cuántas veces, en nuestro camino cotidiano, necesitamos que nos digan: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?. Cuántas veces buscamos la vida entre las cosas muertas, entre las cosas que no pueden dar vida, entre las cosas que hoy están y mañana ya no estarán, las cosas que pasan…Y Cristo resucitado nos anima a vivir desde una vida auténtica y llena de Buena Noticia, una vida  donde a pesar del sufrimiento, el dolor y las circunstancias  de muerte, es capaz de  manifestar   la     auténtica alegría, esa alegría profunda, basada en la certeza de que Cristo resucitado ya no muere más, sino que está vivo y operante en la Iglesia y en el mundo.

En muchas circunstancias no es fácil estar abiertas a Jesús. No podemos dar por descontado aceptar la vida del Resucitado y   su presencia     en medio de nosotras.

El Papa en una Audiencia General nos decía: Ante la Resurrección de Jesús, “el Evangelio nos hace ver diversas reacciones y nos hace bien confrontarnos con ellas:

  • La del apóstol Tomás que pone una condición a la fe, pide tocar la evidencia, las llagas;
  • La de María Magdalena que llora, lo ve pero no lo reconoce, se da cuenta de que es Jesús sólo cuando Él la llama por su nombre;
  • La de los discípulos de Emaús, que deprimidos y con sentimientos de fracaso, llegan al encuentro con Jesús dejándose acompañar por ese misterioso caminante.

Cada uno por caminos distintos, buscaban entre los muertos al que vive y fue el Señor mismo quien corrigió la ruta. Y yo, ¿qué hago? ¿Qué ruta sigo para encontrar a Cristo vivo? Él estará siempre cerca de nosotros para corregir la ruta si nos equivocamos.”. Hasta aquí las palabras del Papa.

En este tiempo Pascual pidamos a Cristo resucitado su Espíritu para que nos señale la ruta  a seguir desde nuestro compromiso de vida consagrada, una vida cercana  y compasiva con nuestros hermanos, una vida que sirve y acompaña desde el silencio y el compromiso diario, una vida  que grita al mundo  que es posible la fraternidad universal porque  Dios a todos nos ama y nos quiere  hijos y hermanos.

Que la Paz de Cristo inunde  nuestra vida y llene el corazón de tantas personas como actualmente están privadas de unas condiciones dignas de vida, que en sus corazones experimenten especialmente la Paz del resucitado.

 

Feliz Pascua, Hermanas.

Un fuerte abrazo.

Antonia Gacía HPM