En la Misa de apertura de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, el Papa invita a afrontar los retos y problemas de hoy no con espíritu de división y conflicto, sino centrando la mirada en Dios, para ser una Iglesia que escucha y dialoga y no divide. El protagonista es el Espíritu Santo que rompe nuestras expectativas y crea cosas nuevas, dice el Pontífice, que nos pide imitar a San Francisco de Asís para llegar a todos con el Evangelio.

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Dios en el centro

La principal tarea del Sínodo, asegura Francisco, es “volver a poner a Dios en el centro de nuestra mirada, para ser una Iglesia que ve a la humanidad con misericordia”, para ser “una Iglesia unida y fraterna, que “no crea división internamente, ni es áspera externamente”, porque “es así como Jesús quiere a su Iglesia”. «Una Iglesia de las puertas abiertas». 

 

Por otra parte, la mirada acogedora de Jesús invita a ser, precisamente, una Iglesia que acoge. El Santo Padre recuerda que “mientras aquellos que se creen sabios no reconocen la obra de Dios”, el Señor “se alegra en el Padre porque se revela a los pequeños, a los sencillos, a los pobres de espíritu”.  Y hace presente que “en una época compleja como la actual”, los nuevos desafíos culturales y pastorales, “requieren una actitud interior cordial y amable, para poder confrontarnos sin miedo”.