¨Para los que aman a Dios, todo le sirve para el bien”. Esta es una frase de Pablo, entre las muchas, que recuerdo me comentaba y que han marcado su vida.

Si, Francisca ante todo amó a Dios  y lo vio presente y actuando en todos los hermanos y en todas las circunstancias que rodearon su vida, una vida llena, plena, entregada y agradecida. Una vida que todos los aquí presentes hemos tenido la gran suerte de encontrarla en nuestros caminos y que nos ha marcado  con su alegría, su serenidad, su saber estar, su claridad y su búsqueda constante de la verdad, de la belleza y del bien.

Ella tenía la mirada limpia y clara  para ver en todo lo bueno y lo noble, aquello  que Dios en lo profundo del corazón de cada persona había depositado y tenía la gran virtud de sacar lo mejor  de nosotros mismos, de animar y potenciar, de comprender  y empujar. Todos a su lado hemos experimentado la alegría del evangelio, de esa Buena Noticia que ella concretó con su vida, con su sonrisa franca y abierta, con sus carcajadas que nos arrastraban y trasmitían un ambiente de fiesta y complicidad.

Francisca  ante todo fue nuestra hermana (era su palabra preferida), hermana, amiga, compañera y Maestra de vida. Si pensamos en ella  y la quisiéramos definir  sobre lo que ha significado en nuestras vidas, todas las palabras se quedarían pequeñas porque ella vivió ante todo  la Palabra con mayúscula, la Palabra  que Dios  manifestaba a través de sus obras, de su cercanía y de su presencia.

En  sus casi 60 años de vida consagrada  ha sabido abrir para la congregación caminos de esperanza, de riesgo y de compromiso con los más necesitados; caminos de comunión, fraternidad y unión entre todas las hermanas; caminos de enseñanza, valores, avances y retos  para transformar nuestra sociedad a través de la educación y hacer posible un mundo más humano, más fraterno y más cristiano.

Gracias Francisca por tu cariño, tu cercanía, tu visión realista y positiva de la vida, tu inconformismo, tu lucha por la mujer y tu alegría.

Hoy  junto al dolor  de no encontrarte físicamente con nosotros  experimentamos la certeza y el consuelo de que te quedas en nuestro corazón y en cada una de nuestras vidas.