Ya para amanecer, tu Resurrección me ha sorprendido, fui a verte al sepulcro y ya no estabas allí.

Iba yo como siempre, ahogada entre mis penas, llena de mis quejas y dolencias, con los ojos cerrados ante tanta belleza. Iba a seguir llorando, a recrearme en mi pena. Y de repente al llegar, la roca estaba abierta, el sol ya no reflejaba fuera, el sol vivía dentro de aquella cueva.  

No supe que había pasado, hizo falta preguntarle a aquel jardinero que estaba fuera… a su respuesta. mi nombre y en el mi envío a ser su anunciadora. 

Ahora empieza la Pascua, tiempo de signos sencillos, de encuentros repentinos: voz que dice mi nombre,  brasas encendidas , corazones ardiendo al partir el pan,  palabras conocidas que se hacen nueva: «la paz este con vosotros»

 

¡¡¡Buen camino de Pascua!!!