Esperábamos un año nuevo con ilusión, algunos con sentimientos surrealistas de que todo lo vivido iba a quedar atrás. Los días se van encargando de mostrarnos que lo impredecible siempre puede suceder, que no podemos decir que nada es lo peor que hemos vivido y que nuestro deseo de estar bien tiene que ir acompañado de la valoración del momento actual, porque el momento que tenemos es este.  

 

Son tiempos muy muy difíciles. Muchas personas trabajan a tope en estos momentos, gente en la carretera quitando nieve, miles de voluntarios tratando de que la normalidad en los lugares que se han visto afectados por Filomena vuelva, camiones que salen de madrugada jugándose en suerte el poder llegar al destino y abastecer de alimentos zonas que se quedaron incomunicadas por la nieve, colegios cerrados en los que el personal, trabaja sin descanso para que el lunes los niños puedan ir al colegio.

 

Si miramos con atención el telediario hay miles y miles de noticias que nos sorprenden, sobrecogen y preocupan microsegundos, porque a golpe de una hora podemos pasar por realidades súper duras sin apenas enterarnos y sin tener entre ellas un tiempo para asimilar. 

 

Sólo deciros y decirme a mí misma, para ayudarnos en estos momentos, que lo visible no nos quite la capacidad de soñar, que el pesimismo no se quede con nosotros y tome nuestra palabra y nuestro tiempo, que la comodidad y la apatía no nos paralicen. Hay mucho por hacer y hay mucho por detener.  

 

En nuestras a lucha diaria hay un Dios que trabaja en lo escondido.