Cuando me encontré de frente con este texto no pude dejar de pensar en Ellas, en Mi. Cogí, lo copie y lo he guardado durante más de dos meses en mi correo. Pero sin poder olvidar que había leído algo que me invitaba a renovarme por dentro y que quizás estaba aparcando porque necesitaba de un espacio largo de silencio para ahondar en ello. Hoy en nuestro retiro de adviento nos hemos dejado acompañar por el Padre Olaizola y decidí buscar de nuevo ese escrito hecho por él y desgranarlo en la oración.
Analicé cada una de las palabras que lo componen y me percaté de que todas ellas están unidas a ese primer momento, donde la ilusión nos mueve por dentro y los deseos y anhelos de una vida según Dios son los que condicionan nuestra manera de situarnos frente a los demás.
Luego, me puse a pensar que en este momento, yo con más 20 años de seguimiento de Jesús, otras con 70, otras con 50, unas con un par de años o incluso algunas con unos pocos meses, estamos invitadas a que si queremos tener una consagración activa, renovada y fecunda, las palabras: ATIENDE, ESCUCHA DENTRO, NO NEGOCIES, DEJAD QUE LA SED TE GUIE, MUÉVETE, entre otras tantas, debe ser lo que nos mueva.
Se me ocurre en este Domingo II de Adviento, pedir esa gracia para Ellas y para Mi. Sabiendo que hay etapas más duras, trozos del camino más áridos, momentos donde parece que la soledad te ha cogido por detrás inmovilizando tus miembros superiores e inferiores. Aún en todo eso y mejor dicho en medio de todo eso, hay un Dios que nos está sugiriendo que vivamos en plenitud.