Esperábamos ese día con ilusión, aún sabiendo que la celebración de la Virgen del Patrocinio la haríamos de una forma muy diferente, pues lo normal ha sido siempre celebrarla rodeadas de los profesores, alumnos, amigos, laicos, tener un convite, un coro grande y la iglesia llena de flores. Este año ha tenido que ser en casi todas nuestras casas a puerta cerrada, sin tantas cosas externas, apelando a lo personal, a lo íntimo, a lo sencillo y poco estruendoso. La situación que estamos viviendo debido a la COVID-19 no nos ha permitido hacerlo de otra manera. Habrá que sacar las riquezas de este tiempo y valorar lo pequeño como don, pues sí que pudimos tener la eucaristía, sí que cantamos aunque fuese con nuestras voces quebradizas y poco acopladas, sí que compartimos una comida especial y sí que recibimos llamadas y detalles por este día. Sí que la vimos a ELLA con la misma dulzura y templanza que tiene su imagen para nosotras.
Confiamos en que en los años venideros, gozaremos nuevamente de la riqueza de compartir sin miedo con los otros. Confiamos en que su devoción siga extendiéndose. Confiamos en su amor sanador y en que en estos tiempos difíciles ella abra su manto para cubrirnos a todos con su fuerza maternal.
Feliz cumpleaños, mamá. Seguiremos celebrando.
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