Hace varios días que no puedo dejar de pensar en esta realidad. Me analizo y analizo a mi alrededor a las personas de mi entorno, los programas de la televisión, las noticias en las redes y veo que, quizá sin ser conscientes, nuestras experiencias y nuestra manera de ver las cosas y a determinadas personas marcan a otros portentosamente y que con esto influimos con mucha fuerza en las apreciaciones que otros puedan sentir.
Hay veces que las apreciaciones que hacemos son buenas, bonitas, hacen bien, suman y con ellas hacemos que otros piensen bien de gente que ni conocen. Pero otras, por el contrario, dañan, indisponen, malmeten e influyen en nosotros, haciendo que reaccionemos o pensemos de otro según las experiencias ajenas que no corresponden ni a nuestra realidad ni a nuestra experiencia.
Es tiempo de sumar, de aportar, de dar generosamente cosas, cariño, buen rollo y buen ambiente. La pandemia, mucho de incertidumbre, pena y desasosiego está aportando para que nosotros nos perdamos en el camino de hacer bien.
Mi propuesta o al menos lo que espero intentar vivir es:
– Callar si no voy a decir algo positivo de otra persona.
– Escuchar con atención a los otros y quedarme con aquello que me sirva.
– Permitirme tener mis propias experiencias con los demás.
– Olvidar cuando alguien me hable mal de otra persona… Todo es experiencia e interpretación y quizá yo lo pueda ver distinto.
– No apuntar nada malo de otro en mi libreta personal. Dar nuevas oportunidades, llenarla de páginas en blanco.
Dios quiera que al terminar la pandemia pueda darme cuenta de que al menos, en esto, he crecido.
¿LO INTENTAMOS?
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