Las oportunidades del día son innumerables. En medio de todas las posibilidades, debemos ser conscientes del Espíritu de Dios que se hace presente en todas ellas. Él trabaja en nosotros y en nuestras posibilidades.
Es tiempo de hacer una pausa y para poder hacerla se necesita una confianza considerable. Las hermanas viajarán a Cájar para hacer los ejercicios espirituales como cada año. Motivadas por la pandemia, la necesidad interior y exterior de este espacio se ha hecho más fuerte.
Durante 9 días están llamadas a la atención plena. Horas de oración, silencio, trabajo personal, encuentro con su yo para encontrarse con el TÚ. Los ejercicios espirituales son como el aceite que se le unta al motor para que este esté lubricado y no se reseque o endurezca. Unos buenos ejercicios espirituales son como una bolsa de sangre para subir las plaquetas.
Cada pausa puede ser un momento de bendición. A medida que crecemos en la atención plena, vamos trayendo un nuevo tipo de presencia a nuestros días. El amor y la alegría se convierten en nuestros huéspedes. Que el tiempo dedicado a la oración y el silencio den frutos en ellas y en todos aquellos a los que ellas encomienden.




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