AMALIA CEA DEL SAGRADO CORAZÓN, PRIMERA SUPERIORA GENERAL
La Madre Amalia fue la persona clave para que la unión en congregación se realizara. Es presencia viva de la comunidad fundacional de Villafranca y, en esta línea, de fidelidad al carisma, destaca en ella, su profunda humildad, sencillez y el vivir la obediencia, como eje central de la consagración, para encontrar la voluntad de Dios.
Amalia de Cea y García nace en Valencia el día once de octubre de mil ochocientos sesenta y fue incorporada a la Iglesia, por medio del Sacramento del Bautismo, el día catorce del mismo mes y año. Hija de Antonio Cea, Capitán del Ejército y de Rafaela García. Quizás fue la profesión de su padre la que hizo que desde Valencia, su lugar de nacimiento, su andadura religiosa la comenzara en tierras andaluzas.
Ingresa en el Colegio Espíritu Santo de la Rambla, perteneciente a la rama del Padre Luis, el día de la festividad de San José en el año mil ochocientos setenta y ocho. Toma el Santo Hábito en octubre de ese mismo año y la Primera Profesión el día uno de noviembre del año siguiente. Entre los servicios realizados en la Congregación, antes y después de la Agregación podemos citar los siguientes: Maestra de Pupilas (siendo todavía novicia), Presidenta del Colegio, Sacristana, Superiora de la Rambla, Maestra de Novicias, Consejera y Secretaria General de la Congregación de Madres de la Piedad, Superiora General interina de las Madres de la Piedad, Superiora General de la Congregación de Enseñanza Bajo el Patrocinio de la Bienaventurada Virgen María (cargo en el que será reelegida en el segundo y tercer Capítulo General).
Teniendo como base los testimonios de las Hermanas que han tenido la suerte de conocerla personalmente y de compartir la vida con ella, podemos hacer una semblanza de los rasgos más significativos de su persona tanto a nivel humano como espiritual. En lo que respecta a su dimensión humana podemos destacar: equilibrio, prudencia, amabilidad, dulce a la vez que recta, humilde, sencilla, atenta, cariñosa, bondadosa, de porte fino y agradable, profundamente humana… De su dimensión espiritual y fraterna se resalta: espíritu de oración y modestia, observancia de las Constituciones, fidelidad al carisma, amor de madre para todas, corrección fraterna con prudencia y caridad, buscaba los trabajos más humildes, atenta y preocupada por todas, trato igualitario con las hermanas…
A los testimonios orales que nos ayudan a conocer cual era su dimensión humana y su perfil espiritual, podemos añadir todo aquello que se desprende de sus escritos personales. Basándonos en ellos, completamos lo anteriormente expuesto, diciendo que desde los comienzos de su vida religiosa, tiene un proyecto personal decidido, de identificación con Cristo, de buscar la santidad, tomando en serio su vida y poniendo los medios que le ayudan para este fin. Centra toda su energía en vivir desde el Amor, un amor tierno, cálido y entrañable a Jesucristo, y en un amor cercano y de servicio para las hermanas de la Congregación, las alumnas del Colegio y sus familiares, los Superiores y la Iglesia. Este amor de Dios se manifestará en su devoción al Sagrado Corazón de Jesús y un amor inmenso al Santísimo Sacramento. Junto a Jesús, siempre nombra a María; es su intercesora, medianera y madre. Destaca también, su devoción al Patriarca San José y a Santa Teresa. Aunque no nombra a los Fundadores, su vida y sus escritos son fieles reflejos del carisma y espiritualidad del Padre Luis. Podría decirse que la Madre Amalia es presencia viva de la comunidad fundacional de Villafranca y que en esta línea de fidelidad al carisma, destaca en ella, su profunda humildad, sencillez y el vivir la obediencia, como eje central de la consagración, para encontrar la voluntad de Dios. Fue la persona clave para que la unión en congregación se realizara.