El día 10 de septiembre llegó, dos años soñando tan hermoso día, meses de preparación personal y espiritual, viviendo intensamente cada momento de planificación.

Recuerdo el día en que inicié el proceso vocacional, era una María con muchos proyectos, aspiraciones e ideales para su futuro, Dios tenía un lugar en mi vida, pero no el importante. Fue un tiempo donde me encontré verdaderamente con Dios, donde experimente que Jesús era mi amigo y compañero de camino.

Un tiempo después del inicio del proceso vocacional, fui invitada a la comunidad mixta de Petare- Venezuela donde estaba animada pero donde también surgieron muchos miedos pero que al pasar de los días se fueron disipando gracias al cariño, apoyo y ayuda de grandes personas. Para mi hablar de Petare es muy importante marco mi vida por completo, la María que entró en la casa y Colegio es completamente diferente a  la que salió tres años después.  La comunidad y colegio de Fe y Alegría “María inmaculada” cambió mis estructuras, pensamiento y visión de las personas que viven allí.

Descubrí en mi comunidad y en la misión, el valor de lo sencillo, humilde y sincero de cada persona que me encontraba, descubriendo en ellas el rostro de Dios, el rostro de ese Jesús amigo que me invitaba a seguirle y servirles desde la mirada de hermanas y hermanos, donde lo hice vida junto a mis alumnos, los niños de la catequesis, del movimiento juvenil y del coro.

Mi llegada a España fue la confirmación de la llamada recibida por mi amigo y compañero Jesús donde a pesar de miedos e inseguridades vividas (normales en cualquier decisión de vida) supe que ser una Hija del Patrocinio de María era mi vocación y llamada. La comunidad de Madrid fue de gran ayuda para mi proceso, muchas gracias por este año, a cada una las llevo grabadas en mi corazón.

Este último año de noviciado, ya con más seguridad e ilusión, exactamente en enero comencé a Soñar con más intensidad mi profesión, qué lecturas, canciones y ofrendas escogería, cada una elegida minuciosamente desde lo que había vivido en todo mi proceso vocacional. 

Una semana antes del día soñado, fui buscada por la que sería y es mi nueva comunidad, hermanas cercanas y alegres, conocí el colegio donde viviré mi primera experiencia  ya como una Hija del Patrocinio de María, los profesores y personal del centro me recibieron como la gran familia que son, su disponibilidad en la preparación de la profesión fue total, aprovecho esta ocasión para darles las gracias con todo mi corazón, con su ayuda todo quedo hermoso, muy agradecida por todo el cariño recibido.

Después de toda la planificación y preparación el día esperado llegó, la alegría e ilusión embargaba cada parte de mí, en la mañana de ese día fuimos al Colegio Espíritu Santo, para terminar los últimos detalles de la decoración y comida.

Las 12 llegaron, al entrar en la Iglesia sentí el recibimiento de Jesús a través de todos los que me acompañaron, la Eucaristía estuvo cargada de muchas emociones, lágrimas de alegría y felicidad inundaban mis ojos, el día que tanto había esperado, llegó, todo quedó como me lo imagine, una semana después de tan especial día, agradezco al Señor por su llamada, por su cariño y bendiciones en mí, deseo y pondré todos los medio necesarios para ser una Hija del Patrocinio de María entregada al servicio de los hermanos  donde mi Congregación me envíe, siguiendo a Jesús y donde el cariño, la humildad, la sencillez y la alegría sean las fuentes de mi entrega.

Agradezco a cada una de las hermanas de la Congregación por sus testimonios de entrega y servicio, especialmente con las que he vivido o relacionado durante estos 3 años de formación, han sido modelo de seguimiento de Jesús, servicio, entrega, disponibilidad y cariño. Muchas gracias y como expresé en mi acción de gracias: “Esta María que está al frente de ustedes es fruto de todo lo recibido de Dios por medio de cada uno de sus instrumentos.”.